sábado, 26 de diciembre de 2015

Las mujeres en los Gulags

Hoooooooooola que tal, muy buenas tardes a todos, os traigo una nueva noticia que me he encontrado en La Vanguardia. Hoy venía a hablaros de algunos testimonios de las mujeres que estuvieron recluidas en los gulags, y algunos de estos testimonios son bastante curiosos y pertubadores.

Evguenia Guinzburg (1904-1977), autora de El vértigo, esposa de un dirigente político represaliado, fue condenada en 1937 a diez años por "participar en una organización terrorista trotskista". El castigo alcanzó incluso a sus padres, por ser familiares de un enemigo del pueblo. Cumplió los diez años de condena en diferentes prisiones y campos de Kolimá y otros ocho de deportación perpetua.

Después de su liberación y rehabilitación política, dedicó su vida, como otros supervivientes, a narrar su experiencia. Su obra, que corrió de mano en mano por la Unión Soviética desde 1967, fue uno de los primeros testimonios de las represiones estalinistas. En la autobiografía, sobre todo en su primera parte, abundan las descripciones del entorno, que permiten reconstruir en cierto modo la vida de las presas. A Guinzburg se debe una de las primeras descripciones de un "campo de trabajo correccional" para mujeres. Cada unas de las tres partes que formaban la obra era después de ser escrita cotejada y comentada con los supervivientes de los campos.  El doctor Antón Walter fue quien posiblemente le salvó la vida al recomendarla para un puesto en enfermería. Walter era un médico que fue deportado al campo de trabajo por sus orígenes germanos. Eugenia y el Doctor Walter finalmente contrajeron matrimonio convirtiéndose así en su tercer marido.

Mirad que cosita más mona




Otro testimonio muy curioso es el de Anna Lárina (1914-1996) que fue arrestada, primero deportada y finalmente condenada, al igual que gran parte de su familia, por ser la esposa de Nikolái Bujarin, unos de los dirigentes de la revolución, hombre culto que Stalin eliminó después de que aquel redactara la nueva Constitución soviética -como es sabido, la más progresista y humana que el mundo hubiera conocido-. Tras su ejecución, al igual que la mayoría de los protagonistas de la revolución, todos sus familiares fueron víctimas de la represión en una u otra medida. Anna sólo pudo liberarse del encierro en 1956 e incluso pudo reencontrarse con su hijo.

Anna Mijáilovna Lárina recorre con detalle, como quien no está seguro de sobrevivir a tanto horror y de poder comunicar su experiencia, su largo viaje por un sinnúmero de cárceles, campos y deportaciones. Anna lleva siempre en su recuerdo la imagen de su hijo, del cual nada sabrá durante años, y de su marido, objeto y sentido de su vida, pues lo primero que hará al recobrar la libertad es hacer todo lo posible por rehabilitar política y moralmente a su esposo.

Yo le tiraba la caña, eso sí, que vida más triste tuvo que pasar esta pobre señora...





Este sujeto es su marido Niokolái Bujarin, uno de los dirigentes de la Revolución.
















Con esta entrada quería reflejar que en aquellos tiempos no sólo los hombres lo pasábamos mal en los gulags, sino que quienes peor lo pasaban eran las mujeres, y a las pruebas me remito. Hay más testimonios de más mujeres en el enlace que os he dejado arriba, para quien tenga curiosidad. Me parece un tema muy curioso y muy interesante del que poca gente sabía, ni siquiera Tomás que lo sabe todo JAJAJAJAJAJA ( es coña ).

¡Feliz Navidad!


Alejandro Serrano Aparicio 1º Bachillerato ``A´´

1 comentario:

  1. Muy bien la entrada, salvo por el comentario despreciativo a hacia la mujer de la primera fotografía

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