domingo, 13 de marzo de 2016

Incendio Reichstag 1933

Aunque se afirma que Hitler ganó democráticamente unas elecciones, su llegada al poder no fue limpia, ni antes ni después. El 30 de enero de 1933, tras vencer en las elecciones de noviembre de 1932, sin mayoría absoluta, el Jefe del Estado alemán —Paul von Hindenburg- concede a Hitler la presidencia de la república alemana de Weimar.
Pero Hitler no se conformó, quería tener la ansiada mayoría absoluta, y para ello presionó al presidente Hindenburg para que convocara unas nuevas elecciones. Estas fueron emplazadas para marzo de 1933.

¿Pero qué ocurrió durante los primeros meses para obtener el poder absoluto y la consolidación del régimen ideado en su cabeza desde hacía años? El incendio del parlamento alemán, conocido como Reichstag.



La noche del 27 de febrero de 1933, en  plena campaña electoral, el parlamento alemán fue destruido por las llamas. ¿Quién fue el culpable? El principal sospechoso y condenado a muerte fue un joven holandés: Van der Lubbe. Pero algunos historiadores han apuntado a una posible manipulación de los nazis para culpar de la autoría de este hecho a los comunistas. Esta hipótesis se apoya en el hecho de que algunos testigos declararon haber visto a más de una persona en el edificio, y en el uso a posteriori que Hitler y su partido hizo de este suceso, entre ellos ilegalizarlos, atribuyéndoles una conspiración para acabar con la estabilidad política alemana. 
 Hay que tener en cuenta que en ese momento los comunistas disponían de un cierto poder en el parlamento con 100 diputados y el respaldo del 16,9% de los votos de las elecciones de noviembre de 1932, siendo la tercera fuerza del parlamento por detrás de los socialdemócratas, con 121 escaños en el Reichstag y con el 20,4% de los votos, y del partido nazi que contaba con 196 escaños y el 33% de los votos.

El incendio supuso el inicio de la institucionalización de las ideas nacionalsocialistas. Hitler anuló importantes derechos fundamentales como la libertad de opinión, de prensa, de asociación y reunión, se suspendió el secreto epistolar y telegráfico, así como la garantía de la inviolabilidad del domicilio y se autorizó a la policía a prohibir reuniones. Se endurecieron delitos como la alta traición a la nación, que se podían castigar ahora hasta con pena de muerte. Todo ello fue instaurado con el Decreto del incendio del Reichstag.
Pero la consolidación final del poder del Führer llegó, tras ganar de nuevo las elecciones de marzo de 1932 con la muerte del jefe del Estado, Paul von Hindenburg.

Finalmente, en el año 2008, el Tribunal Federal de Justicia de Alemania anuló la sentencia que condenaba a Van der Lubbe, en virtud de una ley aprobada en 1998, que permitía la rehabilitación de algunos condenados por la justicia nazi. A día de hoy se sigue debatiendo la verdadera autoría de este incendio.



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