Yo voy a centrarme en el inicio de la guerra chino-japonesa en 1937, o lo que es lo mismo, en la masacre de Nanking (capital de China en la época), llevada a cabo por los japoneses, quienes tras la toma de la ciudad, asesinaron a más de 250.000 chinos.
Sin embargo, en Nanking no solo residían chinos en aquel momento, también se encontraban en la ciudad numerosos comerciantes y empresarios occidentales. Aunque la mayor parte de ellos huyeron a sus países, un grupo de extranjeros permanecieron en la ciudad horrorizados ante el genocidio que estaban presenciando. Uno de ellos fue John Rabe, un hombre de negocios alemán, miembro del Partido Nazi, que, con la ayuda de los demás extranjeros, estableció un "área segura" de uno 7 kilómetros cuadrados en la ciudad de Nanking, y haciendo valer sus condiciones de Nazi, consiguió un acuerdo con las fuerzas japonesas para que no atacaran esa parte de la ciudad. Posteriormente, marcaría esa "zona segura" con banderas Nazis, algo que ahora nos resulta un poco irónico...
Pero gracias a esta acción, al esfuerzo y la constancia de Rabe y de los otros 20 occidentales que le acompañaban se salvaron alrededor de 200.000 chinos, que de otra forma habrían sido asesinados.
Años más tarde se encontró el diario de John Rabe, el cual narraba con claridad todos los terribles acontecimientos que vivió durante su estancia en China, como podemos ver en el siguiente fragmento:
"Somos pocos extranjeros y no podemos estar en todos los lugares durante todo el tiempo para protegerlos. Éramos impotentes frente a estos monstruos que estaban armados hasta los dientes y que disparaban a cualquiera. Sólo tenían respeto por nosotros los extranjeros, y aún así hemos estado cerca de ser asesinados en varias ocasiones. […] Seis japonés han trepado el muro del jardín y han tratado de abrir las puertas de la casa. Sólo se han detenido cuando les he puesto mi esvástica frente a sus ojos. […] He visto tantos cadáveres en las últimas semanas que ya casi no me sorprendo ante tanta barbarie. […] Un hombre no puede guardar silencio sobre este tipo de crueldad!”
Por todas sus buenas acciones, Rabe se ganó el respeto y el cariño de los supervivientes chinos, que le apodaron "el Buda alemán" o "el buen alemán de Nanking". Incluso algunas décadas después de su muerte en 1950, sus restos fueron trasladados de Berlín a Nanking, donde también construyeron un monumento en su honor.
Lápida de John Rabe en Nanking
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