El papel de la mujer en los
regímenes fascistas europeos del siglo XX sufrió un importante retroceso.
En Alemania, la liberación
sexual, el control de la natalidad y la disminución del número de matrimonios
durante la República de Weimar, fue considerado por el nazismo como un síntoma
de decadencia, según el cual, la mujer debía estar unida a las tres k: kinder, kirche, küche (niños, iglesia,
cocina). Hitler aseguraba que los derechos de las mujeres en el Tercer Reich
consistían en que toda mujer encontraría marido; incluso el Ministro de
Propaganda Joseph Goebbels, afirmaba que “la mujer tiene el deber de ser
hermosa y traer hijos al mundo”.
Admiradora de Hitler, genéticamente impecable, profesional en las
faenas de casa. Así tenía que ser una chica nazi en la Alemania en los años 30
y 40 para que le permitieran casarse.
Para que ninguna mujer se quedase
soltera, se pensó que los soldados que hubieran demostrado valentía en el campo
de batalla podrían casarse con dos mujeres, pero finalmente no se llevó a cabo.
Se organizaron hogares para mujeres solteras que eran fecundadas por soldados
racialmente idóneos de las SS (tropas de élite dirigidas por Heinrich Himmler).
Por otro lado, en busca de esa
raza superior, se impedía la procreación de niños enfermos, deficientes
mentales o con alguna discapacidad, llegando incluso a la esterilización
forzosa de aquellas parejas que los engendrasen. Para evitar estas situaciones
se creó el Tribunal de Salud Hereditaria.
Para Hitler, la natalidad era un
punto estratégico: “también la mujer tiene su campo de batalla; con cada niño
que trae al mundo y ofrece a la nación, participa en la lucha por el bien de
ésta”. Así, conseguirían más soldados para una posible guerra, y una nueva
generación que podría ocupar el llamado “espacio vital alemán”. Como fomentar
la natalidad era prioritario, se limitó la venta de anticonceptivos y se
prohibió el aborto, aunque no para las mujeres judías.
En la época de Franco, la mujer
española no sufre una situación tan exagerada como en la Alemania de Hitler,
pero sí coinciden en las ideas principales.
Hitler, Mussolini y Franco,
intentaron ganarse el apoyo de las mujeres. Ellas eran las madres de la patria.
Sus ideales exigían el regreso a los valores tradicionales, donde la mujer
quedaba unida a las tareas domésticas y se ensalzaba su papel como esposa y madre.
En 1934 se creó la Sección
Femenina, que estuvo funcionando hasta el 1 de abril de 1977, dirigida en sus
comienzos por Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio, fundador de la
Falange Española. Las ideas de la Sección Femenina estuvieron marcadas por la
iglesia y el propio José Antonio: “el fin esencial de la mujer, en su función
humana, es servir de perfecto complemento al hombre, formando con él,
individual o colectivamente, una perfecta unidad social…A mí siempre me ha dado
tristeza ver a la mujer en ejercicios de hombre, toda afanada y desquiciada…”
Así la Sección Femenina difundía los
valores tradicionales, donde la figura de la mujer quedaba resumida en los
papeles de madre y esposa sumisa.
El objetivo es que la mujer se
convierta en el pilar fundamental de la familia, siendo ésta imprescindible
para el régimen. Los abortos también estaban prohibidos, por lo que se
realizaban de forma oculta y en muy malas condiciones sanitarias, provocando
gran mortalidad entre las mujeres y penas de cárcel en el caso de que fueran
descubiertas.
En ambos países, la situación de
la mujer en estos periodos es muy parecida. En plena guerra tuvieron que ocupar
los puestos que ocupaban los hombres en talleres y fábricas, aunque por menos
salario. Tras la guerra, sólo se les autorizaba a trabajar hasta el momento de
la boda, pues su función principal era en el hogar, de profesión: sus labores.
En ocasiones, para aportar algo a la economía familiar se le permitía hacer
otros trabajos como costurera, lavandera, etc.
Puede que esta estrategia de
aumentar la natalidad fuese necesaria para levantar el país después de una
guerra, pero con esto no es suficiente. La mayoría de mujeres tenían un montón
de hijos que no podían alimentar adecuadamente, ni recibía atención médica, por
lo que morían gran cantidad de niños y mujeres en los partos. De nuevo la mujer
es tratada como una máquina de producción (soldados, trabajadores). Por suerte,
esta situación ha cambiado bastante, aunque ha costado lo suyo. De todas
formas, aún quedan muchos logros por conseguir en la vida social, laboral y familiar.
Isabel Cabañas Bógalo
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